La supuesta poca
hombría del sumiso es uno de los temas estrella, por desgracia,
entre ciertos sectores femdom. ¿Acaso un sumiso es menos hombre que
un vainilla o dominante? Toda esa pandilla piensa justo eso, es más,
basan todo el asunto de la Dominación Femenina en ello. Están
convencidos y convencidas de que el sumiso es poco hombre. El tema de
la feminización es un buen ejemplo. Estamos hablando de Dominación
Femenina y resulta que tenemos a un hombre disfrazado de mujer...
“Genial”, y absurdo a más no poder. Porque “feminizar”, si
es que eso fuera posible, no consiste en ponerle ropa de mujer a un
hombre o mandarle a hacer pis sentado. Si quieren travestirse o
hacerse transexuales, adelante, tienen todo mi apoyo, pero no
entiendo qué pinta un hombre disfrazado dentro del par mujer
dominante y hombre sumiso. Las que lo hacen por humillarlo, caen en
el contrasentido de sentirse superiores por ser mujer y al mismo
tiempo “degradar” al sumiso porque tenga apariencia de mujer
grotesca. Otras lo hacen por el motivo contrario, es decir, por
elevarlos de su condición masculina y convertirlos en una mujer
guapa. Pero se repite el contrasentido, porque ahí no tenemos femdom
sino en todo caso lezdom, que tendría sentido si el Ama es lesbiana
o bisexual, pero si es heterosexual no le veo el morbo por ninguna
parte. Soy heterosexual, me ponen los hombres, ¿por qué narices iba
a considerar poco hombre por el hecho de ser sumiso??? Sería como
pensar que yo soy menos mujer por gustarme el femdom. Menuda
estupidez.
En supuestas
relaciones femdom te das cuenta de que no manda ella, sino él, como
si el macho tuviera que mandar siempre. Ya no hablo solo de los que
mandan desde abajo, sino de los que solo obedecen cuando dejan de ser
hombres poniéndose bragas y chupando penes de goma o de verdad, o
cuando ella necesita un arnés para sentirse poderosa como si su
vagina no pudiera darle poder. También mandan ellos cuando convencen
a su mujer de que serán Amas por acostarse con otros delante de
ellos, dándole poder al corneador. ¿Se entiende lo que quiero
decir? En todos esos casos manda el elemento masculino de la
relación, por mucho que quieran disfrazarlo de femdom.
Otra práctica
habitual en los casos de poca hombría del sumiso es ridiculizarlo
por tener el pene pequeño. Una vez más, se trata de meter en la
coctelera femdom cualquier cosa que se aparte de lo convencional. Y
de nuevo tenemos un gran sinsentido: una mujer que “domina” a un
hombre burlándose de su poca virilidad es como si yo me burlo de un
gato porque no sea un perro. Vamos, que nada tiene que ver con nada.
Y en este caso se vuelve a poner el protagonismo en el pene,
continuando con la tradición machista de considerar el no va más
del poder sexual al falo. Es triste que una mujer tenga que recurrir
al pene para dominar, como si no tuviese armas propias. Es lo que
ocurre también cuando se usa un CB combinado con el arnés como la
base única y principal de la Dominación Femenina, en una especie de
castración virtual del sumiso, que se convierte así en “putita”,
como ejemplo lamentable de machismo dentro del femdom. Esto lo
defienden sus practicantes como inversión de roles, pero... ¿acaso
un Amo y una sumisa se disfrazan del otro sexo a la hora de dominar y
someterse? Me parece preocupante, la verdad.
Y ya en el colmo de
la sinrazón, parece que el hecho de que un sumiso chupe pollas de
machos alfa es lo máximo que puede hacer para “entregarse”. Yo
no podría sentirme poderosa si obligase a mi sumiso a hacer eso, ya
que ahí estaríamos tres personas y la más poderosa sería la que
tiene el falo, que lógicamente no soy yo. Se podrá argumentar a
favor de esa “sumisión” que el sumiso hace lo que sea porque su
Ama se lo ordena, lo cual es una verdad a medias, por varios motivos.
Uno de ellos es que la mayoría de los que aceptan hacer felaciones
están encantados con eso, así que no lo hacen de manera forzada.
Aparte de esto, en el mundo bdsm hay mayoría de la combinación
Amo-sumisa frente a la de Ama-sumiso, y cuando una mujer se introduce
en el mundillo femdom no es extraño que algún Amo le haga de
mentor, y le inculque que lo más de lo más del poder está en el
falo, lo cual es hasta lógico que lo diga un hombre porque por
supuesto no conoce otro tipo de poder desde su perspectiva. Pero
vaya, que de entre todas las cosas que puedes obligar a hacer a tu
sumiso escojas justo esa... da que pensar, la verdad.
Despojar de su
hombría al sumiso es como si yo tuviera que ponerme barba postiza y
usar calzoncillos para sentirme poderosa. Unido a este tema y
enlazando con la que está cayendo con la revolución y la contra
revolución feminista, no parece que el machismo esté muerto y
enterrado, porque donde quieras que mires, el sexo sigue siendo
falocentrista, y según eso, tener polla te hace poderoso y tener
vagina u otro agujero donde meterla, te hace débil y pasiv@.
Recuerdo el caso de
una lectora que sufrió mucho por culpa de un simple fetichista que
se hacía pasar por sumiso, que quería que lo obligase a ponerse
bragas, como si él solito no estuviera deseándolo. Si le excitaba,
no tenía por qué inventarse que era sumiso ni hacer daño a una
mujer que estaba dispuesta a cumplirle su fantasía a cambio, tan
solo, de que él se portase como una persona en condiciones, porque
ella ni siquiera se consideraba dominante y llegó hasta mi blog
buscando cómo complacerlo a él. Cuando un hombre simplifica la
visión del género femenino centrándose en el aspecto externo,
parece que cree que si fuera mujer su vida sería tan fácil como
elegir trapito cada día, pero nuestra vida es mucho más complicada
que eso, y si quieres ponerte en nuestra piel tendrás que hacerte un
trasplante de cerebro y cargar con la parte menos agradable como
tener la regla o sufrir acoso, como mínimo visual, por parte de
cualquier baboso. Si les gusta lamer genitales masculinos y vestirse
de putitas, suelen buscar parejas o amos, pero normalmente ellos
prefieren a las mujeres-mujeres, y en cuanto a los amos gays, tampoco
quieren estar con un disfraz de mujer. Por eso, el último recurso
que tienen es que una mujer los “obligue” a estar con un hombre,
algo que están deseando pero para lo que, a falta de valor, tienen
que dar el rodeo que comento.
Yo entiendo la
inversión de roles de otra manera, como una forma de que dejemos a
un lado la etiqueta que nos marca la sociedad: femenino=débil,
masculino=fuerte. Opino que puedes mostrar tu vulnerabilidad, y
llorar, y dejar de ser ese hombre de hierro que debe poder con todo
tan solo porque naciste con pene; puedes adoptar un papel pasivo en
la relación sin que tengas que ponerte a cuatro patas y esperar que
te tapen el ojete, como también puede ocurrir a la inversa, que te
guste recibir sexo anal sin ser gay o ponerte la etiqueta de sumiso.
Pero meterte en femdom y ponerte peluca no resolverá tus problemas.
“Amariconarte”, sin que para colmo te atraigan los hombres, no es
la solución.
Viendo ciertas
cosas por ahí, ya no se trata solo de sexualidad o de formas no
convencionales de relación, es que cuando hay detrás una serie de
conflictos psicológicos, el sexo es lo de menos. Repito, el hombre
fuerte y la mujer débil es la gran mentira que se transmite de
generación en generación y que contamina incluso al femdom. Si eres
dominante, debes tener unas características “masculinas”, polla
de goma incluida, y serás la mujer todopoderosa a la que se rinde un
sumiso enclenque de espíritu que no está a la altura del macho-man
que esperan de él. Mi visión, por el contrario, es que un sumiso
sin traumas de esa clase, es un hombre más valiente que la media,
porque sabe nadar contra corriente, porque se auto-acepta, porque
obviamente no ve nada negativo en estar supeditado a una mujer, en
acatar sus decisiones, en anteponer sus deseos, etc. Nada de lo
anterior es negativo, siempre que ella tenga la cabeza en su sitio y
mire por el bienestar de él, disfrutando ambos de la situación.
Se
da por sentado que los hombres son fuertes y valientes, sobre todo en
cuanto a competencia entre ellos, y básicamente en el terreno
físico. Sin embargo, en cuanto a tener la valentía de mirar hacia
dentro, de reconocer sus debilidades, de aceptarse cómo son... en
eso fallan, y es hasta lógico porque los han criado con esas ideas,
pero es como estar partido por la mitad, es tener que ser duro ahí
afuera y sensible a solas cuando nadie los ve. Es tragarse las
lágrimas en público o incluso ser incapaz de llorar a solas. Y todo
eso desgasta, y para un sumiso que vomita viendo 50 sombras es
complicado no estar a la altura de ese estereotipo, pero si realmente
queréis lograr el equilibrio entre masculino y femenino, sin miedo a
que os llamen gays (como si fuera algo grave, que esa es otra), la
solución no es ponerse bragas. ¿Te excita ponértelas? Póntelas,
no hay problema, el problema es que no nos haces ningún favor a las
mujeres cuando escoges ser “una de nosotras” durante un rato
porque no puedes con la losa de tu masculinidad. Queremos hombres más
equilibrados, más cercanos a nuestra sensibilidad, no porque seamos
sensibleras sino porque somos valientes al expresar lo que sentimos.
Nadie nos ha refrenado en ese sentido, también es cierto, pero decir
cosas como “llorar es de nenazas” tampoco nos deja en buen lugar.
No
eres un hombre de verdad cuando les ríes los chistes machistas a tus
colegas, cuando no te atreves a contarles tus problemas por miedo a
que te llamen débil mientras ellos fingen no tener problemas ni
sentirse vulnerables (lo cual es falso). Me parece lamentable que
algunos usen el femdom para volcar todos los asuntos de una
masculinidad mal resuelta. Parece que solo hay dos opciones posibles,
o se ponen bragas o se tragan los problemas como si no fueran tan
humanos como nosotras. Lo de ser un hombre de verdad, según lo
entienden por ahí, va en la línea de ser un tipo duro, insensible,
castigador, etc., pero yo opino que no debería existir la distinción
entre hombre de verdad y el resto, o entre mujeres de verdad y el
resto; creo que la clave es ser una persona de verdad, o sea, que
todas y todos seamos íntegros, honestos, consecuentes, que escojamos
la opción más justa entre todas las posibles más allá de que sea
lo fácil o cómodo a corto plazo, que sepamos reconocer que hay un
conflicto y buscar ayuda, y toda esa serie de cosas. Habrá quien
crea que me estoy desviando del eje del blog, pero no, porque la base
de un sumiso o de un Ama es una persona, y si no tienes unos valores
como persona, no los tendrás en tu faceta sexual tampoco.
Opino que el machismo afecta para mal también a los hombres, los encorseta en un papel, les pone una mordaza, les impide llorar o expresar sus miedos, y por eso el suicidio es una de las principales causas de muerte entre hombres jóvenes, accidentes y enfermedades incurables aparte. De eso no se habla, es mejor vender perfumes como Invictus con ese mensaje descarado de “sé un tío duro e invencible y tendrás diez mujeres cada día en tu cama.” No hablar de sentimientos y presumir de ligues, ese es el guión que la sociedad espera. Y hablo en presente porque por desgracia sigue vigente. Véase por ejemplo la alarmante “moda” de las violaciones en grupo como triste muestra de lo que la masculinidad significa para algunos energúmenos, y algo por lo que se acaba etiquetando a otros injustamente. Pero sin irme a esos extremos tan horribles, quiero trasmitir un mensaje: inteligencia emocional, eso es lo que necesitamos mejorar, mujeres y hombres, en vez de llamarlo cosas de nenas. Y basta ya de estupideces acerca de hombría de verdad y hombría de cartón-piedra.
La
redefinición de la masculinidad afecta a cualquier hombre, pero
centrándonos en los sumisos, tienen un doble problema, porque al
tema de la masculinidad rancia se añade el hecho de lo mal visto que
está un hombre no alfa dentro de una relación. Yo espero que eso
vaya cambiando, y por suerte hay cada vez más sumisos que se
reconocen como tales desde edades tempranas. Y, como resumen final,
para mí un buen sumiso es aquel que no reniega de su género ni
entiende la sumisión como su fantasía de ser una putita disfrazada
de mujer irreal. Según mis parámetros, lo de ser sumiso consiste en
no querer estar por encima de mí en la relación, ni encima tampoco
jeje, a no ser que yo se lo pida, y convertirse en un juguete sexual
en mis manos, pero no para prestarlo a mujeres y mucho menos a
hombres, ni para dejar de usar una de sus piezas ni para usar
únicamente esa.