Esta
película (88 se llama) no sé si es buena, lo mejor de lo peor o una
mierda directamente, jaja. Pero en fin, ya sabéis que si la traigo
es por algo: por “nuestro tema”. Como el guión no tiene ni pies
ni cabeza, intentaré ir al grano del asunto: hay sado de por medio.
Vale, ya sé que aquí no hablo de sado en general y menos de mujeres
sometidas, pero como no queda ni siquiera claro quiénes son los que
dominan, pues ya está, es lo de menos.
Aparte
de las escenas estas, que ni aclaran ni confunden la trama, creo
haber entendido algo del mensaje de la película, porque supongo que
alguno tendrá, a no ser que las escenas inconexas sean una tomadura
de pelo. Bueno, que esto no va de crítica cinematográfica, a ver,
la cosa es que tenemos a una pareja “felizmente” aburguesada, con
su vida normal, su aburrimiento también normal, todo muy normal,
pero resulta que en el pasado eran unos enganchados al sado, pero del
duro, de ese que provoca pesadillas e incluso muertos por
accidente... Por cierto, en plan thriller no sé si funciona, pero
como comedia hasta puede tener un punto. Bueno, sigo.
Creo,
o supongo, o imagino, que lo que el director (el actor Jordi Mollá)
ha querido contarnos es que el gusanillo de lo prohibido y oscuro no
se quita nunca por muy de diseño que sea la casa donde te mudes, y
la parejita siente que le falta algo, o todo, en su nueva vida
convencional.
Ok,
hasta ahí todo medio se entiende, es como cualquier pareja que
pierde la chispa sexual, solo que en este caso les iban cosillas algo
más fuera de lo corriente. Entonces, claro, la trama se quedaría
sosa, porque no podían estos dos apuntarse a un club sado y calmar
su sed por lo salvaje, o hacerlo en el dormitorio, no, qué va, es
que hay que explotar el morbo y darle un aire de peligro de muerte y
de locura y de... pluf, que se le fue la pinza al director y metió a
dos tíos en plan amos-nazis y una habitación (la 88, claro) donde
si entras ya no puedes salir (así lo sueltan literalmente) y
cuidadito con tus fantasías de dominación-sumisión porque lo
mínimo que te puede pasar es que acabes colgándote de la lámpara o
devorado a mordiscos por un perro loco que casualmente pasaba por
allí.
Así
que, ¿normalización? ¿Para qué? Con lo exótico que resulta
explotar el lado oscuro de los ciudadanos ejemplares que en las
mazmorras se convierten en monstruos dignos de ser exhibidos en un
circo, ¿verdad?... Aunque de eso mismo viven las profesionales, y
así lo viven los adictos a las sesiones, así que tampoco iba mal
encaminado el director, o esa impresión sacó a poco que navegase un
poco por internet.
Me he reído un poco con el "tarado" del principio. Parecía que estaba en trance, jajajaja.
ResponderEliminarLa habitación del bondage parecía la escena de un crimen de película americana.
El título, 88, recuerda más a una película nazi que a otra cosa. Bueno, como a esa gente les iba el sadomasoquismo puede entrar dentro sus parámetros.
Un poco en trance estaban todos porque entre porro y porro se desinhibían para confesar secretos sexuales, pero ese hombre hace el papel de (o es) parapléjico, por eso dice lo de ser la parte pasiva de la relación.
EliminarCierta bloguera suele hacerse fotos como recién salida del tercer reich. Está claro que más de un@ confunden la velocidad con el tocino.
Pues si, comparar la Dominación Femenina con lo otro es de muy mal gusto.
EliminarAdemás no sé a quién le pondrá verse "sometido" de esa manera que lo único que recuerda ya lo sabemos todos; y no es nada agradable.