Me ha escrito recientemente una
persona (hombre, casado y, según se declara, sumiso) comentándome
que le gusta mi blog excepto por el tema de mi desagrado por las
dobles vidas. Me dice, -eso sí, desde un respeto exquisito-, que él
sabe que “es posible” servir a un Ama al tiempo que está con su
esposa.
Como no es el único que me llega a
través del formulario desde hace meses con la misma historia, voy a
responder por aquí para que no se moleste ninguno más en repetirme lo
mismo y mejor se dediquen a formar un club de
adúlteros-sin-fronteras, ejem, o prueben suerte en otros lares.
Bien, yo poco más puedo opinar sobre el tema que no haya dicho ya,
así que cedo la palabra a los expertos copiando un resumen de un
artículo de psicología aparecido en una revista on-line dirigida,
curiosamente, al público masculino.
Nunca
hacer daño, nunca mentir: la ética de la sexualidad.
Si se analiza el adulterio desde la ética, el problema no está en la sexualidad, sino en el compromiso. Muchas personas justifican esta relación en el hecho de haberse enamorado, pero es una verdad con matices.
Algunas
personas justifican el adulterio diciendo que es por el bien del
matrimonio, es decir, es un mal pero temporal y que a largo plazo
mejorará la relación. Este razonamiento en filosofía se llama
utilitarismo, y justifica el daño de hoy por los efectos que genera
en el futuro. Casi todas las guerras se han justificado de este modo.
Otros
dicen que no quieren romper un matrimonio o que no quieren tanto a la
otra persona como para que esta persona se divorcie y se case con
ellos. Es decir que se conforman con lo que consiguen, un par de días
a la semana. Esta actitud puede que no sea ética pero por lo menos
es honesta, es una relación sexual básica. El problema es cuando se
pretende vestir de romanticismo para autoengañarse y engañar a los
demás. Claramente no hay engaño posible, porque cuando hay amor no
hay barreras para iniciar una nueva relación.
Pero
el problema era la ética y no nos queremos salir de esto. En
filosofía lo único importante es la libertad, incluso por encima de
la felicidad, y una persona que mantiene a su pareja engañándola,
ocultando la verdad, haciendo por detrás lo que no se atreve a
decir, está robando a la otra persona su derecho a ser libre, a
decidir si quiere seguir en estas condiciones o si prefiere cortar la
relación.
Los
que hacen posible esto (los amantes) también están afectados por la
ética, pues colaboran en robar la libertad de la persona engañada.
Lo
curioso es que en términos psicológicos (también éticos) son
personas que repiten esta forma de actuar en todas sus relaciones, y
siempre dicen que la culpa es de los demás. Desde luego la ética no
es de ellos.
Volviendo a las
palabras de mi lector, le diría que sí, claro, que ES posible lo
que me comenta (aunque veo pelín complicado lo de ser una sombra de
tu Dueña en esas circunstancias a no ser que te clones o tengas el
don de la ubicuidad), pero la cuestión no es esa, sino la pregunta
es: ¿Es lícito, ético, justo para la persona engañada? Me ha
encantado la parte de los amantes-cómplices, porque algun@s llegan a
decir que a ell@s que les registren, que solo pasaban por allí...
Todo esto me parece muy
propio de épocas pasadas, al contrario de los que lo visten como el
no va más de la modernidad, no he tachado lo de la edad por eso,
aunque hay sumisos buenos y menos buenos (según mis parámetros) en
todas las franjas. Es propio también del esquema patriarcal, del
hombre situado en el centro de todo y de todAs, escogiendo a unas y
otras según sus necesidades en cada momento.
Por cierto, si llevas
doble vida este debería ser tu coche:
En resumen, se trata de engaño puro y duro, del
todo vale y todo es relativo, en definitiva, de los DOBLES RASEROS:
por un lado dicen que no hay engaño porque la amante lo sabe (a
veces ni la amante lo sabe, lo cual es aun más mezquino) pero por
otro lado no mencionan el engaño hacia la pareja. Y claro, esto es
quedarnos con lo que nos interesa y con eso de “ah, pero eso no es
lo mismo”. ¿Seguro que no es lo mismo...?
Veamos...
Un
hombre que liga mucho es un machote, una mujer que hace lo mismo, una
puta.
Algunos
hombres con pareja vainilla y Ama no permanente incluso se ponen
celosos cuando su Ama adopta otro sumiso simultáneo.
Hombre que introduce a su chica en
el mundo swinger y es natural que ella se lie con otros y otras pero
su macho-man no permite ser tocado por otro hombre.
Que
un putero defienda la prostitución, aparte de ser hiper lógico, me
parece incluso bien... siempre que me responda de manera afirmativa a
esta inocente pregunta: ¿Te parecería igual de bien que tu hermana,
madre o novia se metieran a putas? Ya que repite tanto que es un
trabajo como otros y elegido libremente, no debería tener reparo en
encontrarse a su madre “en faena”.
Ejemplos
hay a montones. El doble rasero viene muy bien como típica excusa de
que 'lo mío no es tan malo comparado con lo que pasa por ahí'. Como
me dijo un adúltero compulsivo... “no soy el único que lo hace,
bla bla bla, al menos yo me hago amigo de ellas, no como otros
egoístas”, joder, a ver si al final el tipo merecía un monumento
y yo no sabía verlo. Porque además suelen considerarse mejores
personas y llamarnos intolerantes a los que no lo vemos así. Ser
tolerante con una mezquindad te convierte en cómplice, así que
prefiero ser intolerante con todo lo que suponga un ataque a las
libertades del prójimo, de las parientas en este caso.

Bueno, pues en efecto,
así es posible TODO, gracias al genial invento de los dobles raseros
que los honorables ciudadanos utilizan para autojustificar lo
injustificable. Buen ejemplo lo tenemos en esta escena de Cosas de
marcianos, serie que he estado revisionando estos últimos meses y encontrando escenas sospechosamente femdomeras. Llegué a pensar que se me había ido la olla a la hora de
ver señales donde no las hay, pero resulta que existe incluso un
“Ensayo sobre género” acerca de esta serie, en inglés,
con el título
Becoming Hu-Man: Deleuze and Guattari, Gender and 3rd Rock from the Sun, escrito por una tal Patricia MacCormack. Y tiene su lógica, porque el
guión da para eso, son extraterrestres que se replantean qué
significa ser hombre y ser mujer. Ella, que antes era un soldado
feroz allí en su galaxia, se encarna como terrícola en Sally
Solomon, esa mujer que no se guía por ningún convencionalismo
preestablecido a la hora de vivir su feminidad. Su pareja es este
humano, antítesis física de ella, algo buscado adrede para provocar
un efecto cómico (ídem de lo mismo, otro doble rasero, que un feo
exija una chica-hollywood es de lo más natural). El efecto cómico
también se consigue por el hecho de tratarse él de un poli, una
figura autoritaria que finalmente solo puede rendirse ante semejante
mujer por mucho que intente imponer su criterio, sobre todo cuando su
criterio está equivocado... Pero veamos cómo las cosas son
relativas, o eso dicen los practicantes de la doble moral...